ESPACIO FESTIVAL CINEMA MADE IN ITALY – “L’ARBITRO” (El Arbitro)

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L’Arbitro, dirigida por Paolo Zucca y coproducción con el INCAA, transporta los comunes y cotidianos de la vida a un escenario futbolístico. El mal, el bien, el opresor, el oprimido, el mediador, la ley, el reglamento, las partes, los individuos, los jugadores, el medio, el afuera, la compañía y la adversidad.

 

 

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Una obra que desglosa todos aquellos elementos y compara y crea una analogía con algo tan simple y cercano como un torneo de fútbol. Por un lado, el bien, los trabajadores, los oprimidos por el poder y la riqueza ausente. Por otro lado, el mal, el poder, el opresor, el terrateniente, el empleador, el explotador. Dentro de cada lado se encuentran diferentes partes de la pirámide.

 

 

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En el equipo de Montecrastu, el empleador, explotador de trabajadores, maltratador y abusador lidera el equipo siendo prácticamente el dueño. Dentro de su equipo se encuentran trabajadores de cierta jerarquía de su misma empresa. Los cuales tienen tratos bastante nefastos y desarrollan terribles conflictos a lo largo del film.

 

 

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Antagónicamente, aparece humildemente el equipo de Pabarile, formado por campesinos y desocupados, oprimidos, maltratados, sin dinero, sin poder. que quieren hacer valer su hombría y su orgullo intentando llevar adelante la proeza que nunca lograron, ganarle al Montecrastu, sacarse algo de la bronca contenida y, quien dice, ascender de la tercera categoría.

 

 

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Todo parece imposible hasta que Matzutzi, interpretado por Jacopo Cullin, un joven que la descose jugando al fútbol y que años atrás había partido hacia la Argentina para “ganar unos pesos”, vuelve al pueblo y aparece en escena, por dos motivos, ganarle al Montecrastu y recuperar el amor perdido de Miranda, interpretada por Geppi Cucciari, amor de la infancia perdida e hija del director técnico del equipo, un viejo ciego que cuida de su hija como si tuviera 12 años.

 

 

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Entre medio, de este pequeño pueblo, de estas “pequeñas personas” intentando valer su orgullo parándose frente a la adversidad, aparece una tercer parte de la película, una gran parte de su estructura y la que le da nombre al film, el arbitro Cruciani, interpretado por Stefano Accorsi, quien es un arbitro ejemplar, respeta el reglamento a rajatabla, tiene una actitud casi militar en respecto a su disciplina, eficiencia y comportamiento. El espacio de los árbitros es impoluto, en contraste con el pequeño pueblito, en este caso es un lujo y un orden impecable. Unos hermosos y hasta lujosos espacios donde se regodean con el dinero, el poder y el reglamento. Cruciani quiere poder ascender en su carrera y dirigir las finales de liga cosa que lo dispararía como árbitro internacional y le brindaría prestigio y confort.

 

 

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Lo interesante del film, fuera de que a cualquiera que le guste el fútbol quedará a gusto con mirarlo, es que pone estos tres elementos en juego, los analiza, los confronta y encuentra sus resultados. Son simples y explicitas las partes, lo atrapante son las analogías y simetrías, que no son difíciles de entender, tampoco es que uno nunca se las preguntó, son bastante naturales, pero bellamente graficadas. El mal, el bien, y quien determina cual es cual. Hay partes que solo forman parte, que no disponen, que funcionan dentro del ámbito en las cuales fueron criadas y acostumbradas; entienden el mal del otro lado porque ven de que manera son oprimidos. “El mal” si es consciente de sus actos y de sus repercusiones, ejecuta “con maldad” en beneficio propio. Esa “maldad” le va a ser remunerada económicamente, pero también con algo a veces mucho más preciado, es maldad devuelve cierto poder. Y en el medio de estas partes, está quien media, quien hace cumplir el reglamento, no quien ataca al mal y beneficia al bien, porque no es su función, la misma es respetar el reglamento, que los dos mundos convivan pero respetando las leyes.

 

 

 

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La figura del arbitro representa de alguna manera a la justicia, una supuestamente ciega e incorruptible que solo lo es en la forma conceptual. La justicia está “por encima” de las partes. Rige la ley, la aplica y la hace cumplir. Esa es la figura que intenta transmitir un poco la película. De esta manera, también repercute en cuan “incorruptible y ciega” es esa justicia. Como en realidad se manipula por algunas de las dos partes para brindar un beneficio a un tercero, en este caso, el arbitro. Frente al beneficio de una de las dos partes, este “juez” logra un bienestar que está completamente atado a su ambición y/o orgullo. Lo más atrapante al fin, es que en la obra se plantea que en realidad estas “ventajas” otorgadas a una de las partes que proveen al arbitro de algún placer o mejora, en realidad están manipuladas por algo superior. Ellos creen que manejan las situaciones y que son el poder o los desprotegidos, pero en realidad están digitados por un poder que abarca y maneja todo, el poder de una multinacional. En este caso, una de las mas grandes del mundo, la mayor en sentido futbolístico, la FIFA. La critica al funcionamiento hiper corrupto de la FIFA y sus partes se ve denotado en esta federación llamada FEFA que está cómicamente emparentada prácticamente en todos sus ámbitos con la real.

 

 

 

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Todo el film es una simetría a la vida real y a la sociedad, también una denuncia, como escribía antes, pero, encima, tiene algunos toques religiosos. Hay como una especie de última cena antes del partido decisivo, Matzutzi llega como una especie de salvador y líder espiritual, aún cuando Miranda le complica hasta el hartazgo poder recuperar su amor.

 

 

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La estética de la película es brillante. Está filmada de una manera bellísima y con una calidad fotográfica destacada. Cada plano tiene una composición tanto figurativa como lumínica espectacular, aunque en algunos momentos cae en imágenes demasiado publicitarias. Provee de un romanticismo futbolero fantástico que repercute en estas imágenes pero también regocija al amante del deporte. Llamativamente una película que es bastante desconocida, que se estrena en nuestro país un año después de su estreno original y que lo es en el marco de un festival de cine italiano, muestra una de las mejores y mas bellas representaciones del fútbol. Tanto a nivel actoral y de personajes, donde por ejemplo los trabajadores alientan por su pequeño equipo con sus mismos instrumentos de trabajo en el campo, como a nivel de puesta de cámara, donde complejos travellings, paneos y composiciones nos brindan y nos adentran en el bello mundo del fútbol que uno quisiera creer puro. La corrupción y el mercado llegan inclusive hasta estos pequeños pueblos campesinos.

 

 

 

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En fin, el poder penetra hasta en los lugares más recónditos en esta comedia negra que tanto hace reír como denunciar.

Se proyecta en el festival CINEMA MADE IN ITALY desarrollado en el Cinemark Palermo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre el 8 y el 14 de mayo.

JULIÁN NASSIF