THE KILLING OF A SACRED DEER – “El sacrificio del ciervo sagrado”

Un mundo aparte es el que reúne las aparentes y/o efectivas relaciones y metáforas que uno puede asociar al plano religioso y mitológico en el nuevo film de Yorgos Lanthimos, quien supo destacarse en el espectro cinematográfico internacional con “The Lobster”, un film intrincado donde incursiona la participación de Colin Farrell, al que vuelve a convocar para uno de sus films más perturbadores y asfixiantes, repleto de homenajes y referencias, invocando al thriller psicológico de Michael Haneke, lo más “border” de Aronofsky y la meticulosidad estética y narrativa de Kubrick.

 

Desde la acústica armónica belleza de Schubert, que ejemplifica el contra punto audiovisual, hasta los cellos y acordeones disonantes que apuñalan tensión, “El sacrificio del ciervo sagrado” ahonda una historia potente y persecutoria que asfixia y oprime al espectador en un escenario de un tinte tan artificial como un shopping, donde los personajes inhumanos y robóticos se humanizan y descontracturan frente al más extremo de los trastornos emocionales, en un racconto que se hace huella en Lanthimos, destacando repetidamente la conversión desde lo biológico hacia lo mecánico y automatizado, como evidenciando la sociedad a la que nos han llevado y sometido.

 

Entre los laberínticos acompañamientos de una cámara picada, las extraordinarias angulaciones y los sucesivos travellings in que siempre se acercan hasta el recorte opresivo de un primerísimo primer plano, Yorgos logra romper la simetría estética que plantea constantemente, donde la puesta de cámara es lo único que parece irrumpir la monotonía, hasta que el primer plot point desencadena la desesperación controlada.

 

Lo “plástica” que se ha vuelto Nicole Kidman parece ser clave en su casting, donde, acompañada de su belleza seriada, explota artificialidad, barajando una conducta inmutable y masturbaciones pasajeras, concretando el eslabón que aúna la cadena de un film disruptivo que aún mantiene sus partes unidas por la capacidad narrativa del autor.

 

Provocadora de reacciones físicas similares a la repugnante “Mother” de Aronofsky y a la absolutamente turbadora “Goodnight mommy” de Severin Fiala y Veronika Franz, “The killing of a sacred deer” apela a un “mejor” gusto y a un desarrollo de los elementos que abarca, como la culpa y la “justicia divina”, de una forma menos gore y un tanto más accesible, donde las brutalidades que suceden parecerían tener más sustento que en las otras obras, por más que uno salga de la sala rebosante de incógnitas.

JULIÁN NASSIF

 

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