LITTLE MEN (Por siempre amigos)

little-men-1

Senderos de vida que se entrecruzan como líneas perpendiculares que en su trayecto se conectan pero luego se separan exponencialmente. Las vidas de dos jóvenes que inician su adolescencia se conocen cuando el abuelo de uno fallece y su familia ocupa la casa heredada. Debajo hay una Casa de Moda que administra Leonor, interpretada por Paulina García, la cual es instada a pagar un alquiler más alto para beneficiar el bolsillo de la heredera. Ella tiene un hijo, Antonio (Michael Barbieri), quien se hace íntimo con Jake (Theo Taplitz), hijo del heredero Brian Jardine (Greg Kinnear), quien se ve obligado aumentar la renta o desalojar a la inquilina del local. Y eso es todo. Ese es el conflicto. Como afectan los problemas económicos de los adultos a dos pre adolescentes que tanto disfrutan entre sí.

little-men-2

Con una puesta bastante reducida, de casi nulos movimientos de cámara, basada en planos fijos de encuadres clásicos e iluminación natural y/o funcional, “Little Men” puntualiza la línea dramática en las interpretaciones y lo logra de una manera sutil e implosiva, donde los momentos de mayores tensiones emocionales se ven destacados en rincones y pequeños espacios.

little-men-3

La sensibilidad de una película que tiene origen estadounidense pero que se enarbola global y cosmopolita es de por sí abrumadora, pero no lo expresa de forma grandilocuente o explícita. Los toques que nos llegan y nos conectan son aquellos que adosamos a nuestra infancia y otros que se representan en lo más íntimo de las relaciones humanas.

litlle-men-4

El occidentalismo de este film no se ve anidado en las tierras norteamericanas sino que la variedad étnica y cultural de la ciudad de Nueva York logra plasmar efectivamente un mundo con diferencias conyugales. Las diferentes etnias y culturas fluyen y no representan o generan conflictos.

little-men-5

Los arquetipos sociales son criticados y cuestionados en una obra que plasma los conflictos en los sentimientos y no en las profesiones. La naturalidad de las diferentes relaciones y como aquellas interactúan logran ahondar en una película que desnuda pequeños eventos y manifiesta la nostálgica realidad de que algunas conexiones son pasajeras, particularmente cuando se es niño.

Julián Nassif

EL CIUDADANO ILUSTRE

el-ciudadano-ilustre-poster-1445630725

 

Un escritor argentino auto exiliado hace cuarenta años que vive en España escapando de Salas, el pueblo que lo vio nacer, y de su país, la Argentina. Me refiero auto exilio porque su escape no es por una persecución política, ideológica o física sino que se da a partir del alejamiento de todo eso que mamó de joven, apartarse de las cosas, gente y costumbres con las que se crió.

El protagonista, Daniel Mantovani, interpretado por un siempre impecable Oscar Martínez que cada vez destaca más sus capacidades y asciende hacia el olimpo de la actuación, es reconocido como el primer premio Nobel argentino de literatura. Aquel que se le negó a tantos talentosos escritores de nuestro país. Esto ya marca un punto de partida. Hay una particularidad en nuestro protagonista que no solo se verá retratada en la entrega de este premio sino también en el discurso de aceptación del mismo. Delata una mirada rebelde e inconformista como todo artista debe hacerlo según el estereotipo de tal.

el-ciudadano-ilustre-6

Ya nuevamente en España, Daniel recibe, entre una de las tantas invitaciones y reconocimientos que rechaza, una carta del municipio de su pueblo natal que lo invita al mismo para ser declarado “ciudadano ilustre” y participar de diferentes agasajos y clases maestras en diversos rincones del poblado. Tras negarse rotundamente, un ápice de curiosidad y una ráfaga de nostalgia lo abarcan por lo que decide aceptar. De esa manera, vuelve a pisar suelo argentino después de cuatro décadas, no sin mientras disfrutar de uno de los tantos “pintorescos” y accidentados cónclaves que le sucederán al llegar a su tierra.

Una vez en Salas, su pueblo, todos querrán una parte de él. Fotos, videos, autógrafos, enseñanzas y hasta su propio cuerpo. Personajes y relaciones del pasado lo rodearán en una visita que le representará más incomodidades que alegrías y que cada una de ellas funcionará como parte de un esquema que delata lo peor de la sociedad que tan bien representado y acentuado suele estar en pequeñas poblaciones como las retratadas.

el-ciudadano-ilustre-2

No vale la pena ahondar mucho más en la parte narrativa ya que develarían algunos elementos coloridos y, además, porque el tráiler muestra casi todo el contenido de la película desde lo argumental. El “por que” de ver este film no se centra en la historia sino en su tratamiento.

La puesta de cámara roza lo amateur así como su iluminación que durante varios lapsos del film aparenta estar realizado por personas que no conocen del oficio, buscando planos y puestas pseudo artísticas que se acercan demasiado a los clichés. Pero esto, que molesta en un inicio, va menguando una vez que empezamos a distinguir que quizás aquello es una elección y no una consecuencia. Que quizás toda la estética visual está planteada de esa forma para que empate con lo cotidiano y con lo narrado en la obra. El parentesco con la estética televisiva de los canales de lugares como puede ser Salas y con las cámaras de los aficionados comienza a resultar familiar y empezamos a traducir lentamente que eso es lo que se busca lograr.

 

el-ciudadano-ilustre-5

 

Eso de lado, cabe destacar las interpretaciones de papeles secundarios como el de Dady Brieva interpretando a Antonio, un amigo de su infancia que pasó a formar familia con quien era la novia abandonada de Daniel, Irene, la cual es interpretada por una destacable Andrea Frigerio. Brieva no se aleja de aquellos papeles costumbristas a los que nos tiene acostumbrados como bien lo logró en la tira “Gasoleros”, pero logra mantenerse ajustado en una interpretación que se conduce por lo pintoresco, de a ratos grotesco, aunque retenido en lo que hace a su bien retratado personaje que acierta constantemente en el estereotipo del tipo “bien”, de campos poseer.

Una de las pocas cosas que se pueden criticar en la construcción de este “mundo” llamado Salas es que quizás los personajes, que tan bien definidos están, caen en lugares muy comunes o estereotipados aunque pareciera que aquella era la intención de Gastón Duprat, Mariano Cohn y Andrés Duprat al dirigirla y escribirla respectivamente.

el-ciudadano-ilustre-3

El punto que sí genera polémica y, me parece, debería haber generado muchísimo más revuelo en los diferentes medios y análisis, es que hay un planteo discursivo político social literal donde se plantea una cultura que no sea “intervenida” por el Estado e instituciones. Una “cultura indestructible” que no necesita de nadie más que de los seres culturales que la construyan sin influencias ni subvenciones. Que aquellas personas que alientan, subvencionan o toman la cultura como herramienta o excusa política, suelen ser las más ignorantes y peligrosas. Es una declaración política que ejerce el personaje de Daniel que pareciera ser una figura para declarar lo que piensa el mismo Oscar Martínez, no como interprete sino como su propia reflexión personal. O al menos eso es lo que uno interpreta dadas las diferentes declaraciones vinculadas a la política que el actor ha dado a diferentes medios desde hace ya bastante tiempo.

Uno se pregunta viendo el film si en realidad no está asistiendo a una bajada política realizada por los autores o si aquellos solo lo plantearon como un disparador para generar cierta reflexión y/o repercusión en el espectador. Y eso es justamente una de las cosas más interesantes del film. Que genera incógnitas y cuestionamientos o empatía y aplausos dependiendo las ideologías de quienes la observen. Ya de una manera un tanto más despectiva, la obra muestra muy indirectamente y de forma sutil en uno de los planos del despacho del municipio de Salas una visión muy corta y particular del peronismo donde se muestran los cuadros de Perón y Evita como parte de la chantada, oportunismo y vulgaridad política y de un pueblo muerto y descarado. Allí sí uno interpreta que cierta mirada política está bajando y es lo que puede llegar alejar a ciertos sectores.

De cualquier manera, se vuelve una obra más que interesante de ver y genera una enorme satisfacción al provocar tantas idas y vueltas ideológicas, cuestionamientos y, quizás, discusiones que tan poco nos tiene acostumbrados el cine moderno donde todo está digerido y empaquetado.

JULIÁN NASSIF

 

 

CAFE SOCIETY

cafe_society 1

 

En los últimos años Woody Allen nos tiene acostumbrados a, como mínimo, una entrega cinematográfica por año. El pasado fue la oscura y pícara Irrational Man, este año le toca a Café Society. Como si una ventana al mundo neoyorquino se abriera anualmente, Allen retrata una vez más una historia que sucede en aquellas tierras o al menos posee personajes relacionados con la ciudad de la estatua de la libertad.

En sus relatos logra entramar una sensación de cotidianeidad generando que cada historia que observamos no nos parezca ajena, alejada o extraña sino que nos atrape y nos manipule dentro de un mundo cómodo donde admiremos hasta las cosas más tremendas de forma pintoresca, acompañadas por ese sutil humor ácido inofensivo que logra muecas frente a cuestiones hasta casi “inmorales” para cierto sector del público.

cafe-society-2

Claro está que esa familiaridad que ha logrado con los años, y con las obras, no se delata de forma costumbrista o neorrealista, sino que siempre está teñida de una estética particular muy elaborada que Allen logra identificar con diferentes elementos de la composición visual.

En este caso, nos adentraremos en la década del 30 en las glamorosas tierras de Hollywood y Beverly Hills donde un pez gordo de la industria cinematográfica llamado Phil Stern, interpretado por un siempre genial y acertado Steve Carrell, recibe a su sobrino neoyorquino Bobby, interpretado por Jesse Eisenberg, quien está intentando hacerse camino en el mundo y lograr ascender social y económicamente. Allí conoce a la secretaria de su tío: Vonnie, interpretada por Kristen Stewart, de la cual se enamorará automáticamente por más que ella le advierta estar comprometida.

cafe society 4

De allí todo conducirá a un melodrama donde Bobby intentará conquistarla continuamente hasta que algo los separa por completo. Entonces, volverá a Nueva York y entonces conquistará la sociedad norteamericana manejando el Café Society, donde la crema de la crema se reúne y regocija.

La estética con la que representa aquellas épocas doradas del cine de estudio y una sociedad glamorosa donde pareciera no afectar la crisis económica de fines de la década del ’20 se destaca con elegantes brillos y dorados que logran contrastar las dudas de un corazón lastimado que intenta seguir adelante.

wasp2015_day_14-0220.CR2

 

El jazz tan clásico de la cinematografía del director no faltará en esta entrega, donde se hace presente con la voz en off que relata la historia y donde también pareciera hacerlo con la interpretación de Jesse Eisenmberg, quien ha demostrado tanto en sus participaciones en las obras del director como en el resto de su cinematografía, poseer gestos y un tinte atolondrado muy similar al del octogenario autor.

Una historia de un amor inconcluso donde, por más que las partes no haya podido consumar su romance, se unen a distancia y se relacionan en sueños pausando sus sentimientos, perpetuándolos en una incógnita eterna que los dejará en vilo imaginando que podría haber pasado si se hubieran dado el uno al otro.

cafe society 5

Con pequeños movimientos de cámara y una iluminación que aparenta funcionalidad, la obra cierra con un toque de melancolía que dará escalofríos aquellos corazones que se vean identificados y estremecerá a los que solos se siguen preguntando “¿cómo será?”.

JULIÁN NASSIF