KONG – La Isla Calavera

Una de gorilas y lagartos.

Indefectiblemente, al cine hay que ir teniendo cierta noción de que es lo que uno va a ver o, al menos, algún prejuicio. De esa manera uno intenta garantizar que su predisposición será la correcta a la hora de ver el film.  Particularmente, en el cine de género, uno DEBE hacerlo para sacar la mayor experiencia posible y no caer en cierta indignación pasajera por no haber sido lo suficientemente atento como para saber “que esperar”.

Así como uno no puede ir a ver “una de James Bond y pretender realismo (atento a no confundir con “verosimilitud” que son dos cosas muy distantes) tampoco debería ir a ver una de gorilas gigantescos y monstruos y esperar una obra maestra del dramatismo y de gran dosificación interpretativa.

Ahora, si estás más o menos preparado y sabes mínimamente en que vas a gastar dos horas en el cine, “Kong” te va a encantar. Primero, porque arrancas con dos actores que siempre tienes ganas de ver como son John Goodman y, especialmente en este tipo de films, Samuel L. Jackson. Después, el reparto lo van a completar actores y actrices a los cuales nunca les vas a dar mucha importancia ni vas a tener mucha identificación porque el guión es tan precario en ese aspecto que los personajes están completamente desdibujados, a excepción de John C. Reilly, que una vez más aporta su genialidad, en este caso, en los picos humorísticos del pietaje.

Acá lo que importa es Kong que es el “King” de la Isla Calavera y que dejó de ser un gorila gordito para convertirse en uno bien erguido y musculoso que está todo el tiempo re caliente por tener que andar defendiéndose del resto de bestias gigantescas que lo azotan mientras defiende a los giles de los humanos que, como siempre, nunca entienden nada. Kong está fastidiado constantemente a lo largo del film y eso es lo que aporta el enojo que deviene en total brutalidad en todas sus intervenciones.

Entre medio de lo que ya varias veces ha sido planteado en este tipo de género que es el extractivismo humano sin discriminar sistema (capitalista o socialista) y su constante intento de controlar, dominar, y manipular a la naturaleza, lo interesante, además, es que, en esta ocasión, todo sucede dentro de la isla de donde es nativo el “amigable?” gorila, dándole un toque mucho más interesante y exótico, que bien es aprovechado en esta generación de un mundo paralelo natural dentro del planeta tierra.

Retratado de una forma agresiva a nivel de la transformación estética de la post producción en imagen, con virajes y saturación en los colores muy poco “reales”, Jordan Vogt-Roberts articula con una banda sonora repleta de clásicos fieles del fin de la guerra de Vietnam (donde se sitúa temporalmente el film), y con ciertos elementos narrativos que la convierten, de a momentos, en una especie de “Apocalypse Now” invertida, Clase B, de gran presupuesto con monstruos y gorilas gigantes en vez de personas monstruosas provocando masacres como planteaba el film de Francis Ford Coppola.

Las características del género y la dinámica de la película logran dejar de lado extrañezas de personajes y situaciones completamente ridículas e hilarantes que con ayuda de una pequeña dosis de humor negro logran el disfrute de aquellos preparados y propondrán la continuación de estas historias tras un post créditos que la asocia a grandes héroes monstruosos de la historia cinematográfica.

JULIÁN NASSIF

LOGAN

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Dinámica dramática y resolución

En un film que roza mucho más la ciencia ficción de buen nivel que las típicas películas “comiqueras” de las que Marvel ha decidido bombardearnos hasta el cansancio en la última década, Logan logra redondear una de las historias más interesantes y rescatables del mundo de Stan Lee con un James Mangold que nuevamente denota su dedicación a este personaje y destaca en su realización las transiciones narrativas y dramáticas, logrando ir mucho más allá de batidoras de secuencias de acción tan típicas del género.

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Apoyándose en el gran acierto que fue utilizar a Hugh Jackman a lo largo de toda la saga de X-men y variantes, el director logra rescatar los matices que el talentoso actor promete y ejecuta, creando un personaje infinitamente más rico que en el cómic, superando ampliamente la media de mutantes y “héroes” del mundo del cómic “Marvelense”.

Aunque desde el trailer este fragmento de historia parezca tirado de los pelos y una excusa más para mantener en funcionamiento la “máquina de hacer chorizos” de todos los estudios que involucran a este mundo de las historietas, una vez inmerso en el film uno descubre que hay mucho más y que su presentimiento era equivocado. La dinámica entre los personajes (particularmente entre Charles y Logan que siempre han tenido una relación rica y diferente) evidencia un tratamiento y una realización de talento que logra ser contundente en su conjunto, explotando aquellas secuencias de acción con una brutalidad pocas veces vista, donde vemos niños mutilando adultos y garras que atraviesan y desmiembran personas como nunca antes habíamos visto en el mainstream.

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Acá no vuelan tantas cosas ni hay tantas explosiones. Más que nada son arrasadoras peleas donde la sangre y la carne es revoleada por doquier sin pensar en las consecuencias de ello para el momento de la calificación. Si Logan pierde el apto para todo público o el apto para mayores de 13 no importa. Acá Mangold hizo lo que realmente quería y logró lo que el personaje realmente merecía.

Las sutilezas se introducen en el momento que están pasando los protagonistas. Su propio ocaso y el fin de una era. En una agonía extendida se sitúan y lo que esto les provoca es en donde el film encuentra el equilibrio y logra fluctuar una línea mucho más rica y admirable de lo que suelen ser el resto de los films de este estilo.

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La película claramente va a mantener a los fanáticos contentos, pero lo más interesante es que logra interesar al espectador común que puede disfrutar de una película de acción digna. Aparentemente, y digo así porque con esta máquina de capital hollywoodense nunca se sabe, la obra cierra la historia de dos de los personajes más icónicos del cine vinculado a los cómics, generando una sensación de nostalgia y melancolía por aquello que ya no va a estar.

JULIÁN NASSIF

T2 TRAINSPOTTING

original-1Una película innecesaria.

20 años han pasado del estreno de Trainspotting (casi 21 en realidad) y ese tiempo también pasó para los protagonistas, los cuales, por suerte, están interpretados por los mismos actores que en la original.

En tal lapso muchísimas cosas pueden pasar en la vida de una persona, lo llamativo (o no) es que prácticamente nada ha cambiado en la de aquellos cuatro amigos. Quizás ahí es donde uno puede encontrar una excusa de porque realizar una tan peligrosa secuela a un film brillante como lo había sido el de 1996. 

Trainspotting no solo se había metido con el mundo de las drogas, particularmente una de las más polémicas de todas como lo es la heroína, de forma innovadora e interesante, sino que había planteado una vuelta de tuerca visual y auditiva, con una banda sonora espectacular (tanto que se editaron dos volúmenes de la misma en CD) y un diseño sonoro de los más cuidados y elaborados en su género, aportando una cuota dramática y narrativa sustancial.

Si tantas cosas habían salido bien… ¿¡para que hacer una segunda parte!? Y aquí es donde la incógnita y la incertidumbre entusiasmaba. Porque uno está acostumbrado a que el 90 por ciento de las segundas partes son paupérrimas pero mantiene el hilo de esperanza de que algo magistral pueda suceder.

Bueno, Danny Boyle se encargó de cortar ese hilo con una moto sierra y así manchar su obra maestra noventosa. Trainspotting 2 destruye absolutamente todo lo que su predecesora había construido. Inflama al espectador brindando un show de gags con personajes caricaturizados llevados a un nivel de saturación absurda que envenena.

Caída completamente en una especie de gigantesco video clip (la anterior justamente lo evitaba aún con su gran contenido musical), el realizador aburre y contamina con sus sobrecargados planos desequilibrados, su iluminación publicitaria y unas fugas que ridiculizan lo que sucede.

En pequeñas ocasiones el film parece remontar brevemente, cuando apela a la nostalgia juvenil y a los grandes tiempos del pasado, pero rápidamente es arrastrado a lo que se termina convirtiendo. Una especie de Thriller que intenta aportar cierta vertiginosidad (que Boyle tan bien había logrado en TRANCE) pero recae en el aburrimiento y en una satirización de los personajes.

Begbie, uno de los personajes que más me atrapaba de la original entrega, termina rebotando en estereotipos e implotando en un final slasher donde se convierte más en el asesino Jason de “Viernes 13” que en el alcohólico violento que instruía sobre el mal de las drogas a sus amigos yonkis.

El “Choose Life” que Renton actualiza y vuelve denuncia parece una crítica a sí mismo porque el terminó siendo eso que criticaba, pero termina siendo el comentario cool del aburguesado que grita en su living al televisor mientras hace todo lo que critica en las redes sociales.

Ya NO hay análisis. Recae en casi todos los momentos comunes y apela a pietaje de la original para tocar algún nervio y emocionar al espectador. Esa nostalgia no es solo la que tienen los personajes sino que pareciera ser un grito del realizador por lo que pudo hacer en algún momento de su brillante carrera y lo que entregó esta vez, que es una película realizada a manotazos que aparenta ser una conjunción de los típicos recursos del autor careciendo completamente de identidad.

La única identificación que el film contiene es la que el espectador le aporta desde sus recuerdos. Quien vea también va a sentir nostalgia, porque no va a poder creer que hicieron con sus personajes ni que intentaron hacer con una obra que se basa en el libro “Porno” de Irvine Welsh.

Frente a tanta producción sin sentido pareciera que lo único que resalta es el cover de The Prodigy de “Lust For Life”, un remix llamado “Slow Slippy” de “Born Slippy” de Underworld (canción que hizo mundialmente famosa a la película, a la banda y que fue arruinada con ganas por una cerveza nacional) y una mayor referencia ferroviaria a lo cual la película hace mella con su nombre.

Cuidado! Pareciera que se abrió la caja de pandora del consumo, donde esta secuela habilita hacer mil spin off’s, series y capítulos para consumir en Netflix mientras ponemos “like” en todas las redes sociales que tanto criticamos y envidiamos a todos los que la pasan mejor que nosotros.

JULIÁN NASSIF