YALLAH YALLAH! – ESPACIO BAFICI 19 – COMPETENCIA OFICIAL DERECHOS HUMANOS

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Ayer no mas escribí una reseña en la cual cuestionaba el poco compromiso político que se encontraba en el contenido del BAFICI. Hoy debo decir que o esta es la excepción a la regla o que estaba equivocado. Escribo esto no porque “Yallah Yallah!” de Fernando Romanazzo y Cristian Pirovano sea un film combativo en defender una causa ni que sea abruptamente comprometido, sino porque aquí si se ve un contenido donde se manifiesta una posición y un punto de vista claro.

Más sorprende aún que el “bando” elegido, si es que alguien cree que este conflicto es una lucha entre “bandos” y gente que “piensa distinto”, se el del palestino y no el del israelí sionista que tanta influencia tiene en la industria cinematográfica a nivel mundial. Es por eso que el film refresca un poco las pantallas del BAFICI, o mejor dicho las calienta y las compromete.

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Aquí los autores han encontrado la forma de relatar en lo cotidiano la opresión hacia el pueblo palestino y el flagelo que día a día deben soportar por parte de la ocupación del territorio por el ejercito de Israel a través de la Selección Nacional de fútbol de Palestina y algunos de sus clubes.

El día a día de estos jugadores, la persecución por parte del estado israelí y el encierro que aquel genera desde hace décadas sobre el pueblo de Palestina es demostrado a través de las interminables trabas que tienen que sortear los jugadores y cuerpo técnico para poder entrenar y viajar para jugar partidos oficiales.

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Sin caer en el golpe bajo y prácticamente haciendo omisión a la violencia, excepto en alguna que otra imagen y en la violencia implícita de lo que se relata, los autores encontraron una forma más “sutil” y “gentil” de ahondar un tema tan profundo y complejo como el de Israel/Palestina.

Pareciendo pertenecer más al Festival DOC Buenos Aires, “Yallah Yallah!” propone algo de compromiso socio político con una mirada atractiva para todos.

JULIÁN NASSIF    

CARROÑA – ESPACIO BAFICI 19 – COMPETENCIA OFICIAL LATINOAMERICANA

Unas paradisíacas playas mejicanas son el escenario de la erupción de los conflictos amorosos de una pareja que aparenta haber elegido aquella excursión en búsqueda de salvar su compromiso.

Pero en aquella costa no hay solamente arenas blancas, aguas cálidas y turquesas sino también tentaciones, miedos, inseguridades y celos. Y allí es donde aparece el tercero en discordia, un joven surfer morocho que llevará hasta el punto de ebullición las ya caldeadas aguas del amor de esta pareja.

El paraíso nunca es tan perfecto como parece y, para algunos, solo existe en el cielo después de la muerte física, por lo que el infierno se ha hecho camino para llegar y en forma de una tensión sexual abismal se manifiesta para acrecentar las rispidez entre las partes.

Con una puesta de cámara apuntalada en la luz natural, Sebastián Hiriart logra con tomas cenitales aéreas logradas bajo el buen uso de la tecnología y retratos especuladores pero pacientes y expectantes una tensión que se va acrecentando minuto a minuto y que, apoyada en precisas interpretaciones, desata la idea y la simetría de la tormenta natural que se avecina con lo turbulento de aquellos tiempos amorosos para aquella joven pareja.

El contraste entre los dos hombres de este triangulo amoroso y de la belleza de aquellas playas con los perturbadores pensamientos de los protagonistas, logran un excelente contrapunto que solo nos dará aire, si es que lo hace, una vez finalizado el film.

Una redonda realización que aporta algún tipo de descompresión absorta estética que a veces se genera en la seguidilla de films de este festival.

JULIÁN NASSIF

 

NEWTON – ESPACIO BAFICI 19 – COMPETENCIA OFICIAL INTERNACIONAL

Newton Kumar, interpretado por Rajkummar Rao, es un empleado del gobierno que decide participar del proceso electoral más importante de India: la democracia más grande del mundo con más de 800 millones de votantes y 9 millones de cuartos oscuros para realizar el sufragio secreto y universal.

Burlado inocentemente por su apellido, cabe destacar que él mismo se lo cambió para que fuera igual al de Isaac Newton, uno de los padres de la física y el redactor de la Ley de la gravitación universal (la cual es nombrada en el film como la ley que cambió todo a nivel social: permitió demostrar que siendo rey o plebeyo hay ciertas reglas de la naturaleza a las cuales no se puede escapar, funcionando aquella fuerza como la que iguala y equipara a todos los seres) es elegido del panel de reserva para asistir y hacer cumplir el proceso electoral en un pequeño pueblo en la jungla del centro de India.

Allí deberán mantenerse a salvo de las “guerrillas maoístas” que azotan a los “líderes” de la democracia intentando desmantelar la misma con diferentes ataques a la vida de aquellos y con intervenciones en los procesos democráticos. Para ello, Newton y los tres compañeros de mesa irán acompañados por un grupo de las fuerzas armadas indias, que formarán un papel clave en esta comedia con tinte de denuncia política superficial.

Entre una bellísima y cuidada fotografía, con interpretaciones muy ajustadas y eficientes, en locaciones admirables de un país que tanto llama la atención e invita, el conflicto que me generó este film al verlo es la sensación de la falta total de compromiso político que el BAFICI cada vez más sugiere. Seguramente haya películas y materiales que no he tenido la suerte de ver que ahondan un poco más lo que es la crítica y la toma de posición a nivel político, pero en los últimos años me despierta la idea de que está acentuado un particular interés por no seleccionar obras de mayor impacto, reminiscencia y compromiso político.

Las únicas huellas de algún rasgo de ese estilo que he encontrado en (al menos) las dos últimas ediciones es sobre material que corresponde a la década del sesenta y el principio de los setentas y, por lo general, tiene una visión crítica y superficial con tintes publicitarios que desacreditan a todos aquellos movimientos socio políticos tan combativos y revolucionarios.

No hay que pensar demasiado para que atemos dos cabos y nos demos cuenta que en la ciudad de la política de la “no política” no podía haber un festival tan masivo de cine independiente y que encima fuera combativo. Pero me genera cierto resquemor pensar que hubo otras ediciones en el pasado profundo que sí planteaban un tinte más comprometido. También cabe destacar que la mayoría de la industria cinematográfica suele ser bastante poco militante y se involucra menos que poco en este tipo de cuestiones, alegando a su condición de artistas y no de factores políticos y/o figuras representativas.

Aclarando todo aquello, lo que quizás deja gusto a poco es que se haya elegido una forma tan “para todos” de denunciar la oscuridad de la democracia india en aquellos sectores más remotos, al utilizar un lenguaje cinematográfico Apto Para Todos los Públicos, acentuando en dosis constantes de un humor efectivo y necesario pero que, de a momentos, roza lo infantil.

O quizás estoy completamente equivocado y la película utiliza todos esos elementos para en realidad muy por debajo levantar una bandera que se ríe de lo absurdo de la burocracia, las falencias del estado democratizado y enaltece la lucha armada comunista. Se podría llegar a ver de esa forma si uno le da muchas vueltas y tiene muchas ganas.

Una película que nos acerca a “cierta” realidad india y que nos abre una pequeña ventana para poder admirar una vez más tan pintoresco país.

JULIÁN NASSIF 

“NIÑATO” – ESPACIO BAFICI 19 – COMPETENCIA OFICIAL INTERNACIONAL

Muchas veces en las artes, en este caso en el cine, las personas creen que su historia es interesante o que a alguien le importa una historia cercana a ellos o personal solo por el hecho de que a ellos les resulta relevante. La realidad, de alguna forma u otra, es que las historias tienen que tener algún que otro ingrediente que las haga “atractivas”. Esto no significa tener la formula hollywoodense ni tener que respetar siempre cierta  estructura o elementos, pero sí desarrollarlas, al menos, de forma que a alguna otra persona le resulte empático aquello que está viendo. Sino, cada uno haría películas para uno mismo y las vería encerrado en su casa, nunca las presentaría a concurso o festivales.

El BAFICI a veces resulta nuclear muchas de estas historias de personas con el grado de soberbia justa como para pensar que lo que cuentan es magistral, por más que el contenido luego no le interese a nadie realmente, por más que mucho del público que rejunta este (y otros) festival va aplaudir a ojos cerrados sin importar lo que vea por el solo hecho de pertenecer a tal mundo snob.

Pero también el BAFICI reúne obras maestras y películas bellísimas, por lo que siempre se genera esta sabor agridulce entre muchos de los espectadores que no son de “ese” ambiente. He discutido infinidad de veces sobre la calidad y la necesidad del BAFICI y sobre las cosas increíbles y maravillosas que he visto a lo largo de todos los años de su existencia. Si, también he puteado bastante.  Es ese gusto mágico de la contradicción el que tanto me atrae.

En este caso, “Niñato” representa al sabor amargo. Es una película que pareciera no tener razón de ser mas que mostrar la vida de un MC under que tiene que equilibrar su vida entre fumar porro y criar a tres niños. Eternas escenas sobre como los niños se despiertan, se visten y los berrinches que van sufriendo, momentos muertos donde nada se está contando realmente. Insistencia en elementos que hacen al personaje principal aún menos cercano y una forma de vida que, de a varios momentos, genera indignación.

Uno entiende que cada persona debería seguir sus sueños y luchar por ellos. Pero lo que se ve en este film, además del fastidio que me generó hacerlo, es que la cámara pareciera estar tan perdida como el personaje principal. No hay meta, finalidad, lugar a donde llegar. No hay nada. Más que momentos tiernos de los niños que nos sacan varias sonrisas, el personaje tan inmaduro del protagonista agota con su eterna apatía, y ni siquiera la representación de sus propios conflictos en los niños que cría ayuda a encontrarle un “por que?” a esta película.

Algunas de estas piezas que de forma inentendible terminan formando parte de la Competencia Oficial Internacional del BAFICI 19 y en competencias de varios otros festivales.

JULIÁN NASSIF

HOY PARTIDO A LAS 3 – BAFICI 19 – COMPETENCIA OFICIAL INTERNACIONAL

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Recorriendo los rostros, cuerpos y entornos de las jugadoras de fútbol amateur de un pueblo del interior de la Argentina, Clarisa Navas realiza un film híbrido que coquetea entre el documental y la ficción con impronta feminista, retratando la lucha de todos los días de las mujeres para lograr la igualdad en lugares tan recónditos y retrogradas como el Fútbol y el interior profundo de nuestro país.

Un torneo de fútbol interbarrial e interprovincial modesto figura como simetría para demostrar y descubrir el poder y la energía de estas jóvenes para enfrentarse a la adversidad, donde a lo largo del film sobrepasan infinidad de obstáculos construyendo una fuerza conjunta de voluntad y lucha.

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La calidez y calidad con la que la directora avanza sobre esta historia, y la simpatía que genera en todo lo largo de su duración, acercan al espectador a un ámbito que para alguno puede ser lejano transformándolo en algo absolutamente tangible, transmitido con tal elocuencia y con interpretaciones tan dulces y potentes que dejan ver la relación de realidad personal de cada interprete con la instrucción de la realizadora.

Hay algo tan bello en esta construcción de Navas que logra generar una empatia y una simpatía con el espectador que, me animo a decir, atraviesa a todo tipo de pensamiento y/o conservadurismo pacato, logrando una sensación de tal hermosura en los lazos humanos descriptos, logrando competir y vencer a la denuncia (quizás un tanto superficial) sobre la politiquería berreta y ordinaria a la que estamos tan acostumbrados alrededor del globo.

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Quizás con algún problema para cerrar la historia y momentos que asoman a tiempos muertos innecesarios en un film con un ritmo y una dinámica veloz, la obra abarca algo muy pocas veces ahondado, como lo es el fútbol femenino amateur barrial, e introduce una puesta que logra una forma particular de admirar ese deporte, y que profundiza y concentra en los vínculos sentimentales, los primeros amores, infidelidades y la amistad, en un cariñoso juego que se da mucho más fuera de la cancha que en ella.

JULIÁN NASSIF

“VETAR” (Wind) – ESPACIO BAFICI 19 – COMPETENCIA OFICIAL INTERNACIONAL

El despertar sexual de la joven Mina, interpretada por Tamara Stajic, mientras vacaciona contra su voluntad en las bellas playas del delta de Bojana, junto a su padre, un kite surfer profesional, interpretado por Eroll Bilibani, luego de haber rendido mal un examen de filosofía, se da al conocer a Sasa, el típico estereotipo de surfer cool de publicidad de Coca Cola que la cautivará mientras ella refunfuña por no poder ir a lugares con bellos y lujosos hoteles.

Con una estética que roza lo publicitario, “Vetar” logra retratar con particular sensibilidad el cometa del primer enamoramiento, utilizando como simetría aquellas velas de Kitesurf que revolotean de forma circundante a su alrededor.

Con cierta denuncia ambiental sobre el final, el film se destaca por sus tiempos y su mirada intensamente paciente y contemplativa, acompañado de dosis de humor juvenil e ironía aplastante, con la que Mina ejecuta su primer paso a la adultez engolosinada de amor adolescente, apoyada en una banda sonora que destaca hits reversionados de las décadas de los ’50 y ’60 como “Fly Me To The Moon” y “Needles And Pins”.

Romance adolescente serbio con sabor globalizado.

JULIÁN NASSIF

 

 

“TSUKIJI WONDERLAND” – ESPACIO BAFICI – COMER Y BEBER

Naotaro Endo introduce al mercado de productos y alimentos de mar más importante del mundo en el exhaustivo y estudioso recorrido del mercado de Tsukiji en Tokio, Japón, de más de 80 años de existencia, que emplea a 12 mil trabajadores, invita a 30 mil consumidores diarios y alimenta a 25 millones de personas por día.

En un monumento a la flora y fauna marina, encontramos a los diferentes sectores del mercado, a su filosofía y tradición. Convergen numerosas generaciones de familias japonesas que intentan traspasar sus conocimientos a los jóvenes venideros, mientras interactúan con los chefs y responsables de los más altos niveles de la industria gastronómica.

Boquiabierto permanece uno cuando descubre tal nivel de organización en un trabajo mayormente desconocido, dentro de una estructura y logística que evita absolutamente el caos, aún en su punto más lindante.

De una puesta de cámara espectacularmente prolija, con pequeños y suaves travellings que descubren los recovecos, y no tanto, de esta inmensa obra maestra de arquitectura, el film logra atraernos tanto por el contenido social y antropológico que plantea como por las delicias inimaginadas que uno puede observar a lo largo del pietaje.

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Aunque de a momentos roza lo que pareciera ser un spot publicitario y turístico de aquella zona de Tokio, la obra se concentra en los aspectos más humanos de aquella estructura y sorprende con la capacidad organizativa, ética y moral que aparenta describir.

El cine vuelve a darnos una razón más para querer conocer personalmente el imperio del sol naciente y disfrutar de cada una de sus reliquias.

JULIÁN NASSIF

 

 

“NO INTENSO AGORA” – ESPACIO BAFICI 19 – COMPETENCIA OFICIAL INTERNACIONAL –

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Joao Moreira Salles parte del retrato en material fílmico de un viaje de su madre a la China de la Revolución Cultural para unir paralelos con los diferentes movimientos revolucionarios simultáneos en diferentes lugares del mundo alrededor de la segunda mitad de la década del 60 del siglo XX.

Completamente montada a partir de archivo fílmico, una voz en off (que en varias ocasiones es lo único que suena) relata con una mirada nostálgica pero con ciertos pasajes cínicos e irónicos, lo sucedido en Francia con el Mayo Francés, la Primavera de Praga y algún que otro acontecimiento de los procesos revolucionarios surgido en aquella época en Brasil.

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Comienza como un empalme de ideas y relatos que distan mucho en su distancia geográfica aunque no así en su contenido para arrimarse a una mirada mucho más crítica y desesperanzada de lo que fue el último gran calor social global donde el proletariado quiso e intentó cambiar el orden del mundo y del establishment.

Con su tono monótono y casi indiferente, el contenido de lo narrado es mucho más expresivo, y el sonido de aquella voz contrasta con la potencia vocacional y socio política que aquellos caldeados y esperanzadores vientos de cambio parecían alcanzar.

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Con frustración y decepción Salles redondea una obra que no propone algo inusual dentro del género documental pero que sí aporta un punto de vista y un tratamiento tercerizado sobre aquellos últimos tiempos, hace 50 años, donde la gente todavía creía que podía cambiar el mundo.

JULIÁN NASSIF

FRANTZ

Situada en un pequeño pueblo de alguna parte de Alemania, Francois Ozon relata y construye la historia de una familia que ha perdido a su hijo en la Primera Guerra Mundial. Su mujer ha sido prácticamente adoptada por los padres del difunto, a tal punto que los hombres del pueblo se le acercan al Doktor Hans Hoffmeister, interpretado por Ernst Stötzner, para pedirle la mano de su nuera, la bella Anna, interpretada por Paula Beer.

Lejos de interesarle las propuestas locales, Anna se ve atraída por un joven francés al cual sorprende dejando flores en la tumba de su difunto esposo Frantz. Adrien Rivoire, interpretado por un grandioso Pierre Niney, que hostigado por la sociedad alemana por su procedencia (recordemos el odio generado por la guerra entre los alemanes y los franceses) logra trascender su nacionalidad para llegar a Anna y a su familia con un relato de amistad y cariño por su difunto hijo.

De forma precoz, sentirán que su presencia recompone el vacío y el dolor generado por la muerte en el frente de batalla de Frantz y dejarán de lado los tabúes generados por el conflicto bélico para profundizar en un razonamiento sensible que recompone las responsabilidades civiles de las muertes en la guerra.

Con una puesta en escena simple pero de una gran adaptación de época y unas interpretaciones ajustadas y concretas, “Frantz” logra deambular en una especie de cine misterioso que siempre denota algún tipo de suspenso y ciertos recuerdos del cine del gran Hitchcock. Desde la musicalización hasta ciertos elementos de la puesta de cámara que con pequeños travellings y paneos descubren un velo invisible de incógnita sutil.

Entre el romance y el misterio es donde el film se sentirá cómodo a pesar de una selección de un vaivén entre el color y el blanco y negro que resulta obvio y repetitivo y que se acentúa como error a lo largo del pietaje por el “ruido” que genera cierta estética blanco y negro en la era digital.

Una obra que demuestra que frente al profundo dolor y tristeza a veces la fantasía es la única forma de seguir adelante.

Julián Nassif

EL OTRO HERMANO

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Hay algunas películas de las cuales es mejor no revelar demasiado en lo que tiene que ver a su línea narrativa y si intentar de transmitir lo que provoca el film en su conjunto a partir de nombrar ciertos elementos que tienen que ver más con referencias simbólicas o descripciones dramáticas a que con su línea argumental.

Israel Adrían Caetano vuelve a la pantalla grande después de 4 años tras estrenar “Mala” allá por el 2013, habiendo dejado en el camino un documental sobre Néstor Kirchner que no llegó a los cines pero si a emitirse en canales importantes de televisión, y luego de haber estrenado “Francia” y, quizás su última “gran película”, “Crónica de una fuga”, la cual tuvo vasta repercusión (todas ellas con sus particularidades y diferencias en cuanto a su diseño de producción).

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En “El Otro Hermano” Caetano vuelve a reflejar esta idea de “hacer películas por ganas y no hacerlas para que cumplan ciertos requisitos, vayan a festivales o tengan repercusión en ciertos sectores” (algo similar expresó en algunas entrevistas). Y me refiero a ello porque se da a entender cierta evidencia en que no tuvo tapujos a la hora de expresar como el realmente quería cada escena de un film que va y viene entre la apatía y frialdad de Cetarti, un ex empleado público despedido por no ir a trabajar al cual no le mueve un pelo siquiera la muerte brutal de sus familiares interpretado por Daniel Hendler, y Duarte, un ex milico que tiene hasta los dientes sucios de tanta corrupción y delincuencia burocrática, interpretado por Leonardo Sbaraglia, en lo que puede ser el mejor papel de su carrera.

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Para cerrar este triangulo nauseabundo donde pasa de todo con una crueldad e “hijadeputez” tremebunda está Danielito, interpretado por Alian Devetac, quien ya había demostrado su talento en “La Tercera Orilla”, quien aquí repite perfomance con una actuación minimalista que parece heredada de un Bill Murray con cirrosis. El personaje que logra redondea en un círculo vicioso el abismal contraste entre su corta edad y lo que puede llegar a ser capaz de hacer por unos pesos y constante porro. En un pueblito de mierda chaqueño es donde se encuentran estas dos casuchas que los protagonistas frecuentan y que tan distantes asemejan ser en un principio. Por un lado, una supuesta redención individualista del sueño americano tercermundista del inframundo. En el otro, el engendro del mal con un eje vertical manifestado en una construcción que oculta de lo peor del ser humano en un constante paralelismo con los cascarudos y demás insectos que recorren documentales que suenan permanentemente.

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Entre medio de esta escoria que revuelve en lo más oscuro de la mentalidad humana la “guita” parece ser el único motivador que los personajes encuentran para seguir adelante y para hacer lo que haga falta. La apatía moral y vocacional es tal que encontraremos profundas barbaridades sociales. Estos elementos combinados con una “sutil” denuncia al abandono del estado y a las promesas gubernamentales vacías en los recovecos del interior cierran un clima desahuciado en el que las perversiones dominan apoyadas en un ligero humor negro que siempre es bienvenido.

Los contrastes de los personajes y ajustadas interpretaciones completan un film que no le hace asco a la violencia, al morbo y a las grandes cantidades de sangre pero que si propone un cine impactante y despojado plantando, quizás, una nueva semilla cinematográfica, como Caetano alguna vez lo hizo con “Un Oso Rojo”.

JULIÁN NASSIF